en Tonanzintla hay una iglesia
hecha con las manos
de los sueños infantiles
de los indios
entro en ella
solemnemente
como en el interior de una tarta
me muevo con cuidado
por suelos
de mazapán
miro las bóvedas
de nata
y los altares de merengue
me recreo con las vidrieras de chocolate
ávida de fe
sabor
vainilla
en esta pastelería Dios
tiene el corazón dorado
de un pirulí
De En orillas ajenas
15 de octubre de 2009
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