Antes de la operación
Estás tumbado con el camisón de hospital, que apenas
cubre lo íntimo y previamente
afeitado a la carrera. La cama
viaja hasta arriba del todo, porque siempre queda más cerca
del cielo. En un momento te quedarás dormido
para siempre o simplemente te hundirás en un no ser
de algunas horas. El cirujano
destapa tu vientre como un mecánico levanta el capó
de un coche. De repente
una cálida ala toca tu piel - justo ahí
cerca del corazón. Es un ángel. A los pies sonríe el padre Pío, y a la derecha
el rostro aceitunado, concentrado de papá. Han abierto,
a saber por qué, una especie de triángulo
equilátero. Ves todavía la barbilla
de un desconocido y te adentras
en la nada. Te arranca de ella un dolor
ensordecedor y la cama a todo correr hacia abajo.
¿Adónde?
De La línea del horizonte
2 de diciembre de 2009
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4 comentarios:
Qué tremendo, lo cual no es una sorpresa en tu blog, pero siempre me quedo impactada.
Un poema que no me atrevo a definir, es que no hay palabras, es auténtico, me rasga entera.
Gracias por tu trabajo.
La única rasgadura aquí es la acertada expresión poética de una percepción límite.
Saludos.
Gracias a ti, Carmen, por tu seguimiento y tus comentarios. El libro del que procede este poema aunque fue considerado por la crítica un libro desigual, tiene poemas desgarradores como éste.
Saludos,
Abel
Coincido -una vez más- contigo, Ángel, en lo de la percepción límite.
Gracias. Abrazos.
Abel
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