42-662
Cuando mi hermano a los tres años
se tragó una cantidad indeterminada
de pastillas de diazepam,
que igual le parecieron una nueva versión de caramelos
para niños,
y el mundo empezó a darle vueltas como un carrusel
desbocado,
mi madre fue corriendo al colegio
a clase de polaco
y me preguntó
si no recordaba el número de teléfono
de mi padre.
No lo recordaba.
Recordaba sólo el código.
Hoy Lo sigo recordando.
20 de diciembre de 2009
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