Pinta
Era ya muy mayor y si no hubiera sido por la pintura se habría pasado todo los días durmiendo. Las noches no, las noches eran noches insomnes en las que era zarandeada por la ira y el resentimiento y en las que se depertaba gritando.
Por la mañana su hijo le traía unos pliegos de papel y pinturas y le decía:
- Toma, mamá. Pinta hoy hierba doncella. Siempre te ha gustado mucho.
Y ella pensaba:
- ¿Hierba doncella? ¿Lirios? ¿Gladiolos? ¿Qué aspecto tienen?
Intentaba recordar, pero era en vano.
Ni siquiera recordaba el nombre de aquel que tanto había admirado sus cuadros.
De Hablándame no sólo a mí misma. Poemas en prosa
18 de septiembre de 2009
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