El 23 de diciembre del año pasado, en la entrada del blog, comentaba el número de la revista Equivalencias dedicado a la poesía polaca y publicado en un lejano ya 1990. Éste es otro de los poemas que traduje entonces, si bien he introducido algún que otro cambio:
Weronika M. le cuenta a una vecina
Yacían de un modo extravagante como enredados.
Seguro que tomaron algo cuando la gestapo
aporreó al amanecer. Un sol pálido
se apresuró por el techo hacia las golpeadas puertas.
Sentí un nudo en la garganta alguien había ido con el soplo
era su fin y el nuestro Jesús. Pero no.
Vinieron a por Jurek. Pero Jurek es listo
y no se ha dejado ver desde Navidad. Seit Ostern? du lügst!
Pero quizá lo sabían. No eran más que amenazas.
Y además sabe usted es como una explosión y usted en la puerta.
Vuelan manos calor arremolinadas medusas derramadas
mi marido se sentó empezó a fumar y vi el sudor en su frente
y silencio y ya ha pasado todo. Y ahí está el hoyo.
Y en apariencia el mundo es otra vez azul los carros van
al mercado y nosotros como el humo. El hombre se disipa
toca un jarrón un grifo en la cocina y nada y no piensa
en la remolacha para el barszcz en que hay poca margarina.
Fue hacia las siete cuando llamé allí.
Yacían enredados en ese destino judío.
La cama destrozada su mano sobre ella
y en una taza algo de agua. Por las noches cuando
el toque de queda las ventanas cerradas
los invitábamos a cenar. Siempre
preguntaban cómo iba el mundo cómo estaba Jurek. Les gustaba
reír hablar de los bailes de los viajes
de cómo era en la ópera en Viena qué vetidos se llevan
y ahora aquí esa taza. Casi tres años
habíamos pasado ya con ellos.
Le dije a mi marido se han ido juntos ves
y tú borracho qué. Putero.
Y me trajeron de abajo dos sacos de los de carbón.
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