En ocasiones, especialmente cuando viajo, echo mano de antologías poéticas para no cargar con libros y libros -no sólo ocupan espacio, sino que también pesan-. Algunas veces, nombres que un segundo antes eran totalmente desconocidos, se abren paso hasta mí. Ése es el caso de Rafał Rżany, poeta y crítico literario, cuyo apellido resultará posiblemente impronunciable para la mayoría de lectores hispanohablantes.
Otras estaciones, otros trenes.
Y el mismo deseo de repetir el primer viaje:
al pueblo vecino, en las vacaciones, en un vagón
de dos pisos; un viaje de un día con papá.
Y hay tristeza: en el compartimento
de segunda clase, con la cercenada realidad
del periódico, junto a una puerta cerrada, frente
a una veinticincoañera de rotundos pechos
provocadoramente desnudos bajo el jersey.
Al otro lado de la ventana otro verde.
21 de febrero de 2009
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