4 de noviembre de 2009

Jan Polkowski II

Deseo

Declina el día. En el jardín quiebra los helados
brotes de la deucia y mi mujer los arroja al fuego.
Un sol bajo atraviesa un humo ácido y espera
hasta que yo lo cuente todo.

La tierra abraza el fuego y fluye por el cosmos.
Se congelan y se secan los mares, los bosques se tranforman
en ámbar y carbón. Fríos rostros de ónix y cuarzo
se aprestan a dormir.

Se entrelazan: un aire salado, una áspera escarcha
y unas manos fríos.
La parte púrpura de la luz se enciende
y se apaga.
Un mirlo se oye desde otro mundo.
Ya nada. (No te gires).

De Cantus

2 comentarios:

Hutch dijo...

Bello poema del atardecer: se va apagando de la misma manera que se apaga el día. Especialmente conseguida la última estrofa. He tenido que buscar el significado de deucia.
Saludos.

Abel Murcia abelams77@gmail.com dijo...

Querido Ángel:

No creas que yo había oído nunca la palabra polaca para deucia -ni la española, claro está-. Ése es uno de los rasgos que siempre me sorprende en la poesía polaca: el gran conocimiento de la naturaleza. Un rasgo que se encuentra en poetas jóvenes y menos jóvenes.

Un abrazo fuerte,

Abel