Deseo
Declina el día. En el jardín quiebra los helados
brotes de la deucia y mi mujer los arroja al fuego.
Un sol bajo atraviesa un humo ácido y espera
hasta que yo lo cuente todo.
La tierra abraza el fuego y fluye por el cosmos.
Se congelan y se secan los mares, los bosques se tranforman
en ámbar y carbón. Fríos rostros de ónix y cuarzo
se aprestan a dormir.
Se entrelazan: un aire salado, una áspera escarcha
y unas manos fríos.
La parte púrpura de la luz se enciende
y se apaga.
Un mirlo se oye desde otro mundo.
Ya nada. (No te gires).
De Cantus
4 de noviembre de 2009
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2 comentarios:
Bello poema del atardecer: se va apagando de la misma manera que se apaga el día. Especialmente conseguida la última estrofa. He tenido que buscar el significado de deucia.
Saludos.
Querido Ángel:
No creas que yo había oído nunca la palabra polaca para deucia -ni la española, claro está-. Ése es uno de los rasgos que siempre me sorprende en la poesía polaca: el gran conocimiento de la naturaleza. Un rasgo que se encuentra en poetas jóvenes y menos jóvenes.
Un abrazo fuerte,
Abel
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