Incluso si subiera al tren y atravesara ahora
las negras ciudades de la noche, y te tuviera agarrada de la mano,
levemente, de todas formas morirías en otra parte:
en una pequeña y vacía celda, en el cuerpo. Todas las palabras,
el lenguaje cuidado, se van, se desprenden. Queda
algo pequeño, seco. ¿Un hueso? ¿Un tallo? ¿Una piedra?
Varsovia, 19 I 2009
De Carta de ajuste
27 de noviembre de 2009
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