¿Cuántas veces he muerto en la vida? – es difícil decirlo,
pero seguro que he muerto. Hoy he rozado
el tranvía y he visto mi muerte; el cuerpo estaba
junto a la vía, y yo seguía caminando
por la avenida de tilos. O hace nueve años,
cuando me metí con la bici debajo del Peugeot
del conde, y partí la luna con la cabeza –
¿no pude morir entonces? O aquel niño
de siete años que paseaba por el borde del tejado
salvado por un milagroso calambre
en el gemelo derecho, ¿no habrá dejado allí abajo su propio
cadáver? Recuerdo decenas de muertes así,
¿cuántas me habrán pasado inadvertidas? Probablemente
desde hace años me voy elevando a esferas más altas
del cielo. Pero apenas hace un tiempo que me entra
el miedo de que este continuo morir se acabe. Porque cómo
puedo saber si la repentina oscuridad –ahora que
me levanto tras haber caído, intentado sacudirme la suciedad,
esta oscuridad en la que los árboles crecen con las raíces
hacia arriba – es el infierno o el cielo en una avanzada tarde
de diciembre?
De Te Deum
1 de mayo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Espléndido poema. Envidiable.
El aire del poema me ha recordado el de este otro, para mí, no menos memorable:
http://www.poetryarchive.org/poetryarchive/singlePoem.do?poemId=88
Gracias por el regalo de la traducción.
Publicar un comentario