Tras varios días sin acceso a internet en casa y con un sinfín de obligaciones, encuentro una conexión ocasional y un hueco en el tiempo para regresar al blog. Continúo con algunos de los poemas de Mikołajewski presentados en Madrid, aunque las traducciones han sufrido ya alguna que otra variación.
Ataúd de papel
aquel sueño fue la absolución
por haber pisado la convalaria
me liberó
en la cruz miserable como un perro
había muerto mi padre y yo era tan pobre
que no tenía ni para su ataúd
tuve que ahorrar hasta con los enterradores
agarré un viejo cartón de la revista mural que hicimos
treinta años atrás en el colegio
dibujé un esqueleto
es decir la base
como nos habían enseñado
después los bordes
y los huecos que había que untar con cola
los recorté con unas tijeras para niños de las de papel
los doblé
y los cubrí con goma arábiga
con la parte más pequeña del papel hice una tapa
como si fuera una caja
los bordes
los huecos
las tijeras y la goma
no recuerdo
cómo lo metí dentro
quizá aquello fuera demasiado absurdo como para un sueño
que había llegado para liberarme
en todo caso
pese a los peores temores
la tapa se cerraba herméticamente
y quedaba firme en su superficie
como he dicho
no había dinero para los enterradores
así que el trayecto de casa a la capilla
agarré el ataúd en los brazos
“¿puedes?”
“puedo no te preocupes mamá”
lo levanté
era ligero como el ataúd de un niño
estaba en estado de gracia
porque aunque el papel era fino
el ataúd se mantenía tieso
me puse en camino
el parque ujazdowski
la casa del partido
la calle nowy swiat
los dedos se me entumecían con el frío
pero aguanté sin pasarlo de un brazo a otro
y sin pedir ayuda
no respondí a los saludos de la gente
seguro que ahora creen que soy un capullo
no me avergonzaba de la pobreza
no creía que menoscabara el entierro
la tenía tan sólo por una fuente de incomodidades
en la capilla los enterradores
que antes decían
que sin tres talegos ni hablar
se pusieron a llorar
cuando me vieron
intentando meterme con el ataúd
en el estrecho hueco de la puerta giratoria
pusieron en marcha un mecanismo que no se veía
movieron las hojas
y salieron a mi encuentro
por primera vez dejé de mirarlos como a cuervos
que llegaban aleteando para separarme del cuerpo
por primera vez sentí un simple agradecimiento
por aliviarme
puse el ataúd de papel en sus manos
mi columna vertebral creció como un árbol joven y le brotaron hojas
por primera vez en mi vida
tuve un sueño sin remordimientos
por primera vez al entregar el peso
no me sentí más pesado sino más ligero
por primera vez sentí
que era un niño que tenía todo por delante
a sus muertos enterrados
un cielo sorprendido
y gente de mi parte en la tierra
De las no sé cuánto de la mañana
9 de mayo de 2010
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2 comentarios:
Extraño y perturbador poema. He tenido que buscar el significado de convalaria. Saludos.
Prefiero convalaria a muguete, quizá también porque resulta mucho más cercana de la palabra polaca, pero sobre todo por su sonoridad. En cuanto al poema, tan extraño y perturbador como extraños y perturbardores pueden ser los sueños, ¿no crees?
Abrazos,
Abel
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