Me lo he repetido ya innumerables veces: No, esta vez no. Pero nada; me encuentre donde me encuentre, acabo siempre entrando en alguna librería. Y si todo acabara ahí, pues bueno, qué se le va a hacer... No, no acaba ahí la cosa. Entro, miro y no sé muy bien cómo, cuando salgo mi biblioteca se ha visto incrementada con un nuevo libro -y eso en el mejor de los casos, porque no será la primera vez que salgo con más de uno-. Esta vez ha habido suerte. Sólo uno. El libro en el que no figura la fecha de publicación, lleva un prólogo de Konrad Strzelewicz, fechado en Cracovia en mayo de 2008, y es el debut poético de Artur Ilgner, escritor, periodista, guionista, director, dramaturgo, etc., etc. Quizá porque me haya llamado la atención un debut poético a los sesenta años, quizá por el título del libro, El hombre que vive encima de la cocina, quizá por la editorial que lo publica, Asociación de Eslovacos en Polonia, quizá porque era viernes, o por la fotografía de la portada, o por el extraño "edición aumentada" que aparece también la portada -y que no acabo de entender-, quizá..., quién sabe.
Le echo un vistazo y hay algunos poemas que llaman mi atención -también llama mi atención la forma de acabar todos los poemas "@ pl"-. Uno de esos poemas es el siguiente:
hay en mí la memoria de un perro
la buena y la mala
lo recuerdo todo
cómo me acaraciaban
cómo me daban patadas
quién me puso agua en el plato
quién me rascó detrás de la oreja
quién me metió el morro en los excrementos
hay en mí la memoria de un perro
la buena y la mala
recuerdo mi caseta
donde vine al mundo
el espacio para correr
el prado regado de escarcha
los que me lo quitaron
y aquellos de los que me aislaron
hay en mí la memoria de un perro
la buena y la mala
recuerdo a todas mis perras
y a todos mis cachorros
el olor de mi madre
las botas preferidas
recuerdo todos los olores de la vida
hay en mí la memoria de un perro
la buena y la mala @ pl
12 de noviembre de 2010
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